El año 202 a. C., tras la batalla de Zama en la lejana Cartago, las tropas legionarias de Publio Cornelio Escipión, el africano, habían conseguido derrotar a los cartagineses de Aníbal. Era el fin de la segunda guerra púnica. Durante el siglo III a. C., las potencias hegemónicas del mediterráneo se habían enfrentado en dos guerras diferentes. Por fin los romanos habían doblegado a los duros y férreos cartagineses. Llegaba el momento para la república romana, llegaba el momento de la expansión máxima, pero el pastor Viriato, frenó la conquista romana de Hispania.
El objetivo prefijado era Hispania, la antigua Iberia de los griegos. Los legionarios romanos iban a cobrar tributo. Los cartagineses habían firmado una paz muy poco honrosa, muy poco ventajosa, limitados a su territorio y poco más. Por tanto, las legiones tenían libertad de movimientos. Esos nuevos objetivos estaban en Hispania. En el 197 a. C. entraban por Cartago, por la actual Cartagena, y los veteranos empezaban a recibir su premio, territorios zonas donde los colonos se iban asentando.
Solo existía un pequeño problema, los aborígenes, los nativos, las tribus ibéricas. En iberia las tribus no estaban dispuestas a ceder ni un solo palmo de territorio sin la lucha, y la lucha prometía ser cruel y feroz. Los celtíberos estaban prestos a la revuelta, pero firmaron alguna alianza, firmaron algún pacto. En cambio, los lusitanos, la tribu más numerosa y poderosa de la iberia, la tribu ibérica más potente, no estaba dispuesta a firmar ninguna alianza.
La leyenda
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Los lusitanos eran extraños, se encontraban situados en lo que hoy es Portugal, también Zamora, Badajoz, vamos, entre las cuencas fluviales del Duero y del Guadiana. En los diferentes territorios lusitanos uno daba al mar y claro, eso era rico. Ese vivía bien, pero en el interior de Lusitania no se vivía tan bien. La agricultura no era muy floreciente, la ganadería tampoco, por tanto, los lusitanos tenían que dedicarse al pillaje. Tenían que dedicarse a la rapiña para poder pasar mejor el invierno, para poder comer mejor la tribu.
En ese contexto nuestro héroe se hace conocido. Siglo II a. C., en un lugar que puede estar más o menos entre Zamora y Portugal. En la Sierra de la Estrella, allí nace nuestro protagonista, allí nace Viriato. Viriato, pues, significaría portador de brazaletes. Los romanos avanzando en estos tiempos, y los lusitanos retrocediendo. Los celtíberos a la espera.
Comienza la revuelta de los lusitanos, año 155 a. C. Los lusitanos nos bien organizados en pequeños grupos de guerrillas, porque ahí es donde nace la guerrilla, comienzan a enfrentarse a los romanos. Las legiones, esas formidables moles guerreras y combativas, no estaban preparadas para lo que se les venía encima. Eso no era nada más y nada menos que grupúsculos guerrilleros, que conocían perfectamente el terreno, que sabían manejarse como nadie entre bosques, montañas, zonas desérticas, y lo aprovechaban.
Año 150 a. C., el maléfico pretor Galba convoca a las tribus lusitanas. La promesa es firme y parece segura. A cambio de la paz, a cambio de negociar, cederemos territorios. Daremos vía libre para que los lusitanos transitan por esos territorios para que vivan en paz, no serán molestados por el poder de Roma. Los lusitanos, muy mermados en tropas, muy mermados en efectivos, se reúnen y deciden negociar.
El rebelde héroe Viriato
El pretor les convoca en un sitio, y a ese sitio van confiados los lusitanos. Las tribus se van agrupando, esperan impacientes lo que el pretor Galba quiere decirles, pero temerosos comprueban como los romanos les van rodeando. Les separan en tres grupos y cuando estaban dispuestos para hablar, cuando estaban dispuestos para parlamentar, el pretor Galba da la orden y las legiones se abaten sobre los lusitanos.
Se produce una gran masacre, pequeño grupo puede escapar, a duras penas, pero puede escapar. En ese contingente de lusitanos se encuentra Viriato. El antaño pastorcillo se va a convertir en un auténtico líder militar y guerrero. Lo llevaba en la sangre. Año 150 a. C., con pocos pertrechos, con escasas armas y menos comida, aquel grupo de lusitanos se internan en las montañas y comienza el hostigamiento a las regiones romanas. Eran muy pocos, sí, pero sabían cómo atacar. Una suerte de pequeños combates, ven como los legionarios romanos van perdiendo cada vez más efectivos.

El poder de Viriato se va haciendo más fuerte. Se comienza a hablar de él ya en Roma, los senadores romanos están muy preocupados. Por si fuera poco estalla la tercera guerra púnica. Cartago se ha vuelto a sublevar. Año 147 a. C., comienza el poder para Viriato, comienza el periodo floreciente para él. Ya no son un puñado, son centenares de guerreros los que le acompañan. Los grupos de lusitanos se encuentran desperdigados por buena parte de la provincia Ulterior Romana. Recordemos que Roma había separado la península ibérica en dos provincias, la Citerior en el norte y la Ulterior en el sur.
Los hombres de Viriato se pasean a sus anchas por Ulterior. No hay quien pueda con ellos, nadie puede apresarles. El senado de Roma envía fuertes contingentes de legionarios dispuestos a dar fin a aquellas bravuconadas de Viriato y los suyos. Nos encontramos en la Serranía de Ronda en este año 147 a. C. de las inmediaciones de Tríbola.
En Tríbola se va a producir la gran victoria para Viriato. Nos encontramos con el cónsul pretor Vetilio y lo que se puede considerar casi como una legión romana, unos 4.000 hombres, 4000 legionarios entre romanos y tropas auxiliares. Se encuentran muy cerca de los lusitanos. Un grupo de ellos a caballo se ofrece al enemigo romano. Les hacen creer que han tomado la decisión de huir, de no presentar batalla. Los romanos, muy superiores en número y con buen armamento, empiezan a seguirlos. Los lusitanos poco a poco les van internando en lo más intrincado de la serranía de ronda.
Los lusitanos a caballo consiguen escapar, dejando a los romanos en una terrible y feroz trampa. En terreno pantanoso quedan los 4000 legionarios y sobre ellos por todas las partes caen hordas de los lusitanos juntos al héroe Viriato. Los legionarios se defienden y causan algunas bajas en las tropas de Viriato, pero la victoria es rotunda. La victoria es brutal, una gran batalla para Viriato.
Los senadores romanos están consternados. La sangre de los legionarios cubre el campo de batalla. Hasta seis batallas, y en todas Viriato con sus hombres gana. Hasta cuatro grandes jefes militares enviaron los romanos y los cuatro fueron derrotados. El poder de la hegemonía de Viriato es máxima. Después de la batalla de Tríbola consigue llegar a Segóbriga lo que se considera como la gran capital de la Celtiberia. Viriato está rozando la provincia interior del último reducto romano, casi toda la península está en sus manos.
Viriato es un gran jefe militar, conoce perfectamente la estrategia, pero los romanos no estaban dispuestos a soportar más humillaciones. En el año 146, después de una serie terrible de tres años, cae Cartago. Publio Cornelio Escipión, el africano, el segundo, no el primero, consigue rendir Cartago. Asola la ciudad y la cubre de sal para que nada vuelva a florecer en Cartago.

Ese año es determinante porque los romanos consiguen desviar así muchos efectivos militares que estaban detenidos en Cartago y dedicarlos por entrega total a derribar el poder de Viriato. Año 144 a. C., llega a la Hispania, el cónsul Fabio Máximo Emiliano, con un fuerte contingente de hombres, quiere batir a Viriato a toda costa y por poco lo consiguen. En la batalla de Baecula en lo que hoy es Bailen, consiguen derrotar a Viriato. Eran demasiados años luchando y muchas perdidas sin reponer. Los romanos lo consiguen, pero ocurre algo.
En el año 143 los celtíberos rompen su alianza con Roma y se entregan con entusiasmo a una nueva alianza, pero esta vez con Viriato. Todos van a combatir a Roma, todos van a intentar expulsar al poder invasor. Se alían y presentan batalla. Comienzan de nuevo a derrotar a los romanos. El símbolo para la Celtiberia es Numancia. En Numancia se encuentran 8000 defensores y los romanos quieren derribar esa fortaleza. Pero aquellos 8.000 defensores se lo van a poner muy difícil. Aquella ciudad resistirá durante diez años. Aquellos 8.000 defensores pararán una y otra vez a las legiones romanas.
Fuertes ejércitos, 20.000 hombres en una ocasión, 30.000 en otra, fueron rechazados por los defensores de Numancia. Las guerras celtíberas se iban esparciendo por toda la península y Viriato estaba ya considerado como el terror de los romanos (hay una estatua de Viriato en Zamora que dice así: “Terror Romanorum”). Año 140 a. C., Viriato lleva ya 10 años combatiendo a los romanos.
No sabemos nada acerca de la edad de Viriato, pero si sabemos algo acerca de su vida. Sabemos, por ejemplo, que en ese tiempo se casó con la hija de un noble lusitano, el noble Astipas. Cuentan acerca de la generosidad de Viriato con sus hombres. Los botines que obtenían las tropas de Viriato eran repartidos generosamente entre ellos. Viriato pocas veces accedí a ese botín, pocas veces se quería quedar con el oro que venía de los romanos.
Astipas quiso entregar a su hija para buscar una buena posición entre Viriato y Roma. Viriato si era conocedor de la belleza de la hija de Astipas y accedió a casarse. Después de celebrar, Viriato, sujeto a su futura mujer por la cintura, la subió al caballo. Inmediatamente, ordenó la marcha.
Sus hombres le seguían hasta la muerte porque era costumbre entre los lusitanos firmar pactos de lealtad. De ahí el poder de Viriato. Los lusitanos también tenían una ventaja sobre los romanos y es que no necesitaban bases de aprovisionamiento. Firmaban pactos, alianzas sobre la marcha con las tribus locales y estas siempre les favorecían.
Roma envió un nuevo cónsul en el año 140 a. C. Su nombre era Quinto Fabio Máximo Sevillano. Él se acerca el campamento de los lusitanos. Viriato al parecer ha sido localizado. Sevillano cuenta con cuatro temibles legiones. A pesar del ataque por sorpresa, Viriato y un puñado de los suyos logra escapar, para unirse a otros tantos que andaban desperdigados por la zona. La venganza fue tremenda, Viriato arremetió con más ira que nunca sobre los romanos. De nuevo, Roma, sufrió una derrota humillante. Por fin, el senado romano decide darle el parabién de rey, le nombra y le proclama rey de los lusitanos.
Se supone que le van a dejar en paz, además le nombran amigo popular de roma. Viriato recibe contento este nombramiento porque sus hombres ya eran muy pocos. Tanta guerra había debilitado a los lusitanos, poco podían oponer ya al poder de Roma. Por tanto, una paz entre los dos bandos venía muy bien para reponer fuerzas y para por lo menos intentar vivir en paz después de diez años de terrible guerra.
La muerte de Viriato
Cuando parecía que todo va a terminar llega un nuevo cónsul a la Hispania y este no tiene las mismas ideas del vencido Sevillano. El cónsul Quinto Servilio Cepión, quiere acabar con Viriato. Los romanos, es cierto, odiaban la muerte a Viriato y quieren acabar con él. Cepión no se acerca con una hueste temible e intenta engañar a Viriato. Muy debilitado, Viriato decide parlamentar, quiere firmar la paz a toda costa, no quiere más guerra. Envía tres parlamentarios, Audax, Ditalco y Minuro estos tres habían sido combatientes para Roma.

Cepión les conmina a que maten a su líder, únicamente así habrá paz para los lusitanos y además ellos recibirán grandes honores y mucho oro para los tres traidores. Los tres se acercan al campamento de Viriato y mientras dormía, los tres traidores le dan muerte a puñaladas. Cuenta la leyenda una leyenda que cuando se acercaron los tres a Cepión para recibir su premio, este con mirada desdeñosa les dijo Roma no paga traidores y mandó su ejecución.
Era el año 139 a. C. y terminaba el período floreciente para los lusitanos y para Viriato. Durante 11 años habían combatido a Roma, el gran poder invasor, pero qué ocurriría ahora, nombrarían un nuevo jefe, qué pasaría con Viriato, qué pasaría con su cuerpo. Cuenta la historia que los lusitanos incineraron el cuerpo de Viriato, cantaron himnos en honor a su jefe. Después esparcieron las cenizas por el terreno de la tribu y sobre esas cenizas, siguiendo las costumbres lusitanas, 200 parejas de guerreros combatieron entre sí.