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Las 7 maravillas del mundo antiguo

¿Sabéis quién creó aquel listado y decidió que aquellas 7 construcciones eran las mejores del planeta? Todos hemos oído hablar de las 7 maravillas del mundo antiguo, las obras arquitectónicas y escultóricas más asombrosas creadas por el hombre durante la Edad Antigua. Obras que por su tamaño, belleza, significado o complejidad merecían ser visitadas. En la parte final de este artículo os hablaré de los orígenes del famoso listado, pero, primero, vamos a conocer las 7 maravillas del mundo antiguo.

EL COLOSO DE RODAS, una de las 7 maravillas del mundo antiguo

Tras la muerte de Alejandro Magno, en el 323 a. C., sus antiguos generales se repartieron su Imperio e iniciaron dos décadas de guerras entre ellos por lograr la hegemonía sobre los otros. La isla de Rodas se había alineado con uno de ellos, Ptolomeo I, gobernante de Egipto, y allá por el año 305 a. C. un ejército dirigido por Demetrio Poliorcetes, que era hijo de otro exgeneral de Alejandro Magno, atacó la isla.

Los rodios lograron defenderse y al año siguiente, una flota enviada por Ptolomeo hizo huir al ejército de Poliorcetes, que abandonó la mayor parte de sus artefactos de asedio. Los habitantes de Rodas los vendieron por 300 talentos y, para celebrar la victoria, decidieron gastarse el dinero en construir una estatua gigantesca de la deidad principal de la isla, Helios, el dios del sol.

Le encargaron la obra a un escultor nacido en la isla, Cares de Lindos, quien la construyó con placas de bronce sobre un armazón de hierro. Los trabajos se prolongaron durante doce años, hasta que en el 280 a. C. quedó completada. No se sabe con certeza si Cares de Lindos llegó a verla terminada. Según algunas leyendas recogidas por autores posteriores, cuando le encargaron el trabajo, le preguntaron a Cares cuánto costaría hacer una estatua de unos 15 metros de altura.

Las 7 maravillas del mundo antiguo: EL COLOSO DE RODAS

Cares, les dio un precio y, entonces, le preguntaron cuánto costaría una estatua el doble de alta; y Cares respondió que costaría el doble. Pero no calculó que, al hacerla el doble de alta necesitaría ocho veces más materiales, por lo que se arruinó para llevarla a cabo y acabó suicidándose. Como decimos, aunque es una historia curiosa, es solo una leyenda; no hay evidencias de que sucediera así.

Según el historiador romano Plinio el Viejo, medía 70 codos de altura, es decir, entre 30 y 39 metros, dependiendo del codo al que se refiriera Plinio, ya que es una medida cuyo valor varía de una cultura a otra; por ejemplo, el codo griego medía 46,3 centímetros y el codo del Imperio romano 44,4. Para que os hagáis una idea, la altura del Coloso de Rodas era más o menos lo misma que la de la Estatua de la Libertad de Nueva York desde los pies hasta la corona.

En realidad, Plinio no llegó a verla en pie, sino tumbada. Y es que en el año 226 a. C., apenas 66 años después del inicio de su construcción, la estatua fue derribada por un terremoto. Sin embargo, incluso derruida, según los cronistas de la época seguía siendo impresionante y permaneció en Rodas durante ocho siglos, hasta que en el 653 de nuestra era un ejército árabe invadió la isla y fundió la estatua para vender el bronce.

Por cierto, aunque en muchos dibujos se representa al Coloso en la entrada del puerto, a caballo de dos rompeolas, con los barcos pasando entre sus piernas, los expertos creen que no mostraba esa postura, ya que el puerto habría permanecido bloqueado durante sus años de construcción. Además, según ingenieros actuales, al estar hecha de bronce, si hubiese tenido los pies separados, se habría derrumbado por su propio peso.

EL TEMPLO DE ARTEMISA, otra de las 7 maravillas del mundo antiguo

En la antigua ciudad de Éfeso, en la actual Turquía, se alzaba un magnífico templo dedicado a Artemisa, diosa de la caza y la fertilidad, que es otra de las 7 maravillas del mundo antiguo. Diseñado por el arquitecto Quersifrón, comenzó a construirse en el año 550 a. C. y tardó la friolera de 120 años en quedar terminado. Aunque hay discrepancias sobre su tamaño, se estima que medía unos 115 metros de largo por 55 de ancho, es decir, como un campo de fútbol aproximadamente. Tenía 127 columnas de 18 metros de altura.

Las 7 maravillas del mundo antiguo: El templo de Artemisa

En su interior había esculturas de artistas tan destacados como Fidias, Cresilas o Policleto y, a fin de prevenir un derrumbe por terremoto, tuvieron la prudencia de construirlo sobre terreno rocoso. Pero les sirvió de poco… En el año 356 a. C., un pastor llamado Eróstrato provocó un incendio que lo destruyó por completo. El rey persa Artajerjes III ordenó torturarlo para que confesara por qué había provocado el incendio y, según el escritor romano Valerio Máximo, Eróstrato afirmó que su único objetivo era pasar a la historia.

En palabras de Valerio, creía que “por la destrucción del más bello de los edificios su nombre sería conocido en el mundo entero”. Artajerjes, furioso, prohibió bajo pena de muerte que quedara registrado el nombre de aquel pastor en ningún sitio para que en el futuro no lo recordaran. Pero el historiador griego Teopompo, que vivía en aquella época, le fastidió el plan al monarca al dejarnos apuntado el nombre de Eróstrato para la posteridad.

De hecho, en psicología se habla de “complejo de Eróstrato” para definir a la personalidad de alguien con baja autoestima que busca alcanzar la fama por cualquier medio, y el ‘Diccionario de la lengua española’ recoge la palabra “erostratismo”, que es la “manía que lleva a cometer actos delictivos para conseguir renombre”. Sin embargo, en la actualidad diversos expertos ponen en duda la versión de que Eróstrato quemara el templo porque, para lograrlo, tendría que haber subido hasta la estructura del techo, que era de madera, y el templo solía estar bien vigilado día y noche. Además, si lo que buscaba era la fama, parece extraño que tuvieran que torturarlo para que confesara.

LOS JARDINES COLGANTES DE BABILONIA

Se cuenta que alrededor del año 600 a. C., el rey de los caldeos, Nabucodonosor II, quiso hacerle un regalo muy especial a su esposa, Amitis, que procedía de una tierra montañosa y llena de vegetación, muy diferente a las llanuras de Babilonia. Junto al palacio real, Nabucodonosor ordenó construir unos espléndidos y exuberantes jardines dispuestos en varios niveles de terrazas abovedadas y superpuestas, que es otra obra entre las 7 maravillas del mundo antiguo. En la terraza más alta había un depósito de agua del que fluían varios arroyos que bajaban de una terraza a otra para regar las plantas.

LOS JARDINES COLGANTES DE BABILONIA

Con el paso de las décadas, aquellos jardines dejaron de cuidarse y, para cuando Alejandro Magno llegó a Babilonia, en el siglo IV, estaban abandonados y semiderruidos. Tres siglos después, en el 126 a. C., fueron destruidos por completo en un incendio. Esa es la historia que nos ha llegado a través de cronistas antiguos como Estrabón, Quinto Curcio Rufo o Diodoro Sículo, pero existen muchas dudas de que los Jardines Colgantes de Babilonia realmente existieran.

Y es que, aparte de que no se han encontrado evidencias arqueológicas, en los textos babilonios de la época no se habla de ellos. Por otro lado, parte de los relatos que describen los jardines proceden de personas que visitaron Babilonia y que, presumiblemente, los vieron con sus propios ojos, aunque estuvieran ya medio abandonados. Por cierto, aunque se les llama Jardines Colgantes no colgaban de nada; son conocidos así por una mala traducción de un término que significa “sobresalir” más que “colgar”.

LA GRAN PIRÁMIDE DE GUIZA

Otra de las 7 maravillas del mundo antiguo, la gran pirámide de Guiza, es la más antigua de las siete maravillas y la única que continúa en pie. Probablemente por ello es la más conocida y admirada universalmente. También se la conoce como pirámide de Keops o de Jufú, por el nombre del faraón que ordenó construirla, y es la mayor de las tres grandes pirámides de la necrópolis de Guiza, en las cercanías de El Cairo.

Las pirámides de Guiza

Se estima que terminó de construirse en torno al año 2570 a. C., de modo que tiene más de 4500 años de antigüedad. No se sabe con total certeza quién fue el arquitecto que la diseñó, pero se cree que fue Jémi-Únu, hijo del arquitecto que creó la pirámide del padre de Keops. Los lados de su base tienen una longitud de unos 230 metros y originalmente medía 146 metros y medio de altura, lo que significa que durante 3800 años fue el edificio más alto del planeta, hasta que en el siglo XIV el chapitel de la catedral de Lincoln, en Inglaterra, se alzó hasta los 160 metros.

Se calcula que la Gran Pirámide está construida con cerca de 2,3 millones de bloques de piedra, con un peso medio de dos toneladas y media cada uno, pero hay algunos que alcanzan las 60 toneladas. ¿Cómo fueron capaces de manejar e izar semejantes pesos hace tantos milenios? El modo exacto de construcción se desconoce todavía, aunque existen todo tipo de teorías, como el método que describía el historiador Heródoto, según el cual iban subiendo las piedras de grada en grada empleando pequeñas máquinas hechas de maderos cortos a modo de grúas primitivas.

EL FARO DE ALEJANDRÍA

Al igual que en el caso del Mausoleo de Halicarnaso, el Faro de Alejandría fue la obra que dio nombre a todos los faros. Y es que estaba situado en la isla de Faros o Faro, muy cercana al puerto de Alejandría. Construido en el siglo III a. C., las obras se iniciaron durante el reinado de Ptolomeo I y concluyeron en la época del reinado de su hijo, Ptolomeo II. Se estima que medía al menos 100 metros de altura, lo que lo convirtió en una de las estructuras más altas creadas por el hombre durante siglos.

Las 7 maravillas del mundo antiguo, el faro de Alejandría

Construido con bloques de granito y piedra caliza, el Faro de Alejandría tenía una base cuadrada de 30 metros de lado y en su cima había una gran hoguera que se encendía por las noches para indicar a los barcos la posición de la ciudad; algo que resultaba muy útil dado que el delta del Nilo es muy llano y no hay accidentes geográficos visibles desde la distancia que puedan usarse como referencia.

Durante el día, un enorme espejo en su cúspide reflejaba la luz solar. El Faro de Alejandría se mantuvo en pie durante mucho, mucho tiempo, a pesar de los numerosos terremotos que lo debilitaron. Sufrió uno en el año 796; otro en el 951; otro en el 956 y dos más ya en el siglo XIV, en los años 1303 y 1323. Se cree que el de 1303 fue el que lo derrumbó, pero sus escombros permanecieron visibles en la isla hasta que en 1480 el sultán mameluco Cáit-bei los empleó para construir un fuerte en el emplazamiento que antes ocupaba el faro.

EL MAUSOLEO DE HALICARNASO

En la ciudad de Halicarnaso, la actual Bódrum en Turquía, estaba situada la corte de un sátrapa persa llamado Mausolo. Cuando falleció, en el año 353 a. C., su esposa, Artemisia II, que era también su hermana, hizo construir en su honor un gran monumento funerario, aunque es posible que el propio Mausolo ya hubiera planeado su construcción antes de morir.

Artemisia les encargó el trabajo a los arquitectos griegos Piteo y Sátiro de Paros, quienes, según Plinio el Viejo, el historiador que más datos nos ha legado sobre las antiguas maravillas, levantaron una estructura de unos 48 metros de altura en total, cuya parte superior era un edificio de once metros y medio de alto, rodeado por 36 columnas y coronado por una pirámide de 24 escalones sobre la que había un carro ocupado por las estatuas de Mausolo y Artemisia.

Mausoleo de Halicarnaso en Turquía

Aunque el edificio era imponente, lo que lo de verdad lo convertía en una maravilla era la gran cantidad de esculturas y su cuidada y rica decoración. Como habréis deducido, aquel monumento funerario, el Mausoleo de Halicarnaso, es el que dio origen a que se denominara mausoleo de manera genérica a todo sepulcro de aspecto magnífico y suntuoso. Tanto Alejandro Magno como los bárbaros y los árabes atacaron y semidestruyeron la ciudad en varias ocasiones, pero el Mausoleo siempre permaneció en pie… Hasta que, en el año 1404, un terremoto lo echó abajo.

Un siglo más tarde, en 1522, los caballeros de la Orden de Malta emplearon los restos del Mausoleo para reparar el castillo de San Pedro de Halicarnaso y salieron a la luz unos túneles subterráneos que conducían a los sarcófagos de Mausolo, Artemisia y sus descendientes. Los ladrones de tumbas los saquearon por completo y el Mausoleo cayó en el olvido y desapareció del mapa. Hasta que en el año 1852 el arqueólogo británico Charles Thomas Newton logró dar con la ubicación de la tumba.

Los trabajos de investigación aún prosiguen hoy en día, pero se ha confirmado que la descripción y medidas recogidas por Plinio el Viejo eran bastante exactas y ya se han encontrado restos de más de 60 estatuas diferentes, incluidas las de los propios Mausolo y Artemisia que estaban colocadas en su cima.

LA ESTATUA DE ZEUS EN OLIMPIA

El más famoso de los escultores de la Antigua Grecia, Fidias, creó, en torno al año 430a. C., una estatua del dios Zeus de 12 metros de alto, otra de las 7 maravillas del mundo antiguo. Situada en el santuario de la ciudad de Olimpia, representaba al rey de los dioses de los Olimpos entado en un trono, con el torso desnudo y su manto alrededor de las piernas. En la mano derecha sostenía una niké, una pequeña escultura alada que representaba a la diosa de la victoria, sí, la famosa marca de ropa deportiva toma de ella su nombre.

La estatua de Zeus en Olimpia

En la mano izquierda, Zeus empuñaba un cetro rematado por un águila. Y, en su cabeza, lucía una corona de olivo. Se trataba de una estatua criselefantino o crisoelefantino, es decir, que estaba hecha de oro y marfil, y se dice que sus sandalias, por ejemplo, eran de oro macizo. Aunque de la estatua solo se conservan los cimientos de su base, podemos saber el aspecto aproximado que tenía por su representación en medallas conmemorativas y por las descripciones de historiadores como el griego Pausanias.

Según Quintiliano, aquella estatua sirvió para crear una imagen común del aspecto que debía de tener Zeus, porque no existía una descripción popularizada del dios hasta que Fidias creo esa obra. Se cree que en el año 393 d. C., el emperador romano Teodosio I ordenó que el traslado de la estatua a Constantinopla, y allí fue instalada en el palacio de Lauso, el chambelán imperial, que poseía una amplia colección de estatuas paganas sustraídas de diferentes templos. En el 475, un gran incendio arrasó el palacio y, con él, la estatua de Zeus fue destruida.

Los orígenes del famoso listado

Entre las 7 maravillas del mundo antiguo hay construcciones de tipo religioso, otras erigidas con fines prácticos y algunas cuya única función era ser hermosas, pero es probable que os hayáis percatado de algo que todas tienen en común: y es que están situadas relativamente cerca las unas de las otras, dentro de los límites del mundo conocido por los antiguos griegos. La razón es el origen de este listado.

Fueron muchos los griegos que compusieron listas de los lugares más destacados que visitar en la Antigüedad, como el historiador Heródoto, Calímaco de Cirene –que fue bibliotecario en la famosa biblioteca de Alejandría– o el poeta Antípatro de Sidón. La de este último es quizá la lista antigua que más se aproxima a la que conocemos hoy, pero no incluía el Faro de Alejandría y sí, en cambio, las murallas de Babilonia. Además, hablaba de las pirámides egipcias en plural, sin referirse a una en concreto.

Más adelante, en la Edad Media, otros autores hicieron listas de las 7 maravillas del mundo antiguo en las que incluían, por ejemplo, el Capitolio de Roma o el Templo de Salomón. Entonces, ¿quién decidió que las siete maravillas eran las que os hemos contado? Al parecer, fue a raíz de una serie de dibujos y pinturas realizados por el artista neerlandés Maerten van Heemskerck, ya en el siglo XVI, cuando la lista quedó cerrada. Y es que Heemskerck escogió y reconstruyó de manera imaginaria siete maravillas del mundo antiguo.

Como no se conocía el aspecto de la mayoría de las maravillas retratadas, sus obras llamaron mucho la atención y, aunque, comprensiblemente, tenían muchos errores con respecto a su apariencia real, fueron muy divulgadas, de modo que quedó así fijada de manera popular la lista de las siete maravillas del mundo antiguo.

¿Y vosotros? ¿Qué opináis de las 7 maravillas de la antigüedad? ¿Cuál es la que más os gusta de todas? Me gustaría que nos lo contarais abajo, en los comentarios.

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